El empoderamiento, para Sánchez Vidal, representa un valor base de la transformación cultural, pues constituye el procedimiento a través del cual una comunidad alcanza el control y autodeterminación en sus asuntos de interés colectivo (2013).
El empoderamiento, como motor de cambio y transformación, demanda nuevos modelos de liderazgo que sintonicen los factores de interés y movilización de los colectivos, partiendo de entender un trípode de degeneración ideológica caracterizado por: primero la rendición de la política a la economía, entregando el principio democrático del poder de la gente al capital y mercado; segundo la subyugación de la función política como poder de mediación de los temas de interés colectivo a grupos anónimos que juegan desde el margen una suerte de intereses particulares sobre derechos globales; y, tercero, la renuncia de las izquierdas (aunque también de las derechas) a los ideales de progreso y justicia social, por un modelo de consumismo exponencial y multiplicación de los derechos del mercado y el capital financiero (Sánchez Vidal, 2013).
Liderazgo y empoderamiento como un proceso para recuperar la agenda política sobre la agenda económica, desde un prisma transparente de democracia entendida, diseñada y ejercida espacio de diálogo, deliberación, debate y toma de decisiones colectivas y horizontales, recuperando las ideologías (las izquierdas y derechas) como espacio de construcción de los principios que sustentan procesos de largo alcance.
La nueva normalidad demanda de liderazgos que surjan de una profunda re-evolución de contenidos, más allá del pragmatismo fatuo como pretexto o escape, contenidos que expresen y se expresen sobre una nueva relación de trascendencia, entendiendo la función política más allá del capital y el mercado, en su dimensión de las interrelaciones humanas y con el entorno. (O)
