Por Luna Piedra
Liz Zhingri, de nueve años, está sentada en el acto de premiación a los mejores alumnos del año de su escuela. La niña, cuya actividad favorita es leer e ir a clases, no tiene duda de que a ella le pertenece uno de esos cinco diplomas, pues sus notas son sobresalientes. Sin embargo, ve cómo su maestra frente a sus ojos le entrega injustamente el último diploma a un niño que tiene menor promedio que ella. “Se sintió mal, como toda persona cuando le dan a otro lo que le corresponde”, recuerda su madre Nancy Zhingri, quien pudo presenciar esta injusticia, pues era la conserje de la escuela y además vivía junto a sus hijos ahí en la institución. “La profesora, para que los alumnos no se vayan a otra escuela, le dio el diploma a ese niño, pues la institución había bajado de calidad”, recuerda la madre con tristeza.
“Tú no sabes cómo es ser yo y yo no sé cómo es ser tú”, dice la letra de la canción “FLAVA” de Princess Nokia, una de las favoritas de la joven activista, que tiene hoy 25 años. “Mari”, como la llaman en su casa, recibió amenazas el pasado 5 de marzo del 2021 en el puente Mariano Moreno, que ha sido nombrado por las feministas cuencanas como puente “Vivas nos queremos”. Ese día, cuando apareció rota la placa del Municipio que recordaba a las mujeres víctimas de femicidio, también aparecieron graffitis amenazantes y un letrero de “Se busca” con la foto de Liz Zhingri.
La principal preocupación del colectivo feminista fue la amenaza a su compañera: “La ruptura de la placa en sí no nos dolió”, dice la activista del colectivo Femininjas, Sofía Herrera, quien fue una de las primeras en pasar por ahí esa noche: “Verle a mi amiga con esa amenaza tan directa me dio mucho miedo”, recuerda. La hoja de papel pegada en el puente ofrecía una recompensa de “0,05 centavos” por Zhingri y la llamaba “Alias: la india”. ¿Quién es la joven cuya foto se utilizó para herir y amenazar al colectivo feminista de Cuenca ese día?
Lizbeth Maribel Zhingri es la tercera de cinco hermanos, nació en Cuenca un 2 de enero de 1996. Su madre, las enfermeras y el doctor fueron las únicas personas que estuvieron presentes en su nacimiento: “Cuando una está embarazada, todo el mundo le da la espalda”, generaliza su madre y añade “cuando nació parecía un ratoncito”. A su hija, cuya mirada sonríe en combinación con sus labios, le gustan las plantas, el sonido de la lluvia acompañado del croar de los sapos, los colores del cielo y si pudiera ser un animal, sería un gato.
“Recuerdo cuando tenía 14 años que salí de bañarme y me puse a ver mis manos, mis pies, mi cara, mi pelo y entendí que a través de eso hay una resistencia viva de muchas mujeres como yo, indias”, dice la joven. El cabello de Liz Zhingri es negro, lacio y le llega por debajo del hombro. Tiene una mirada profunda de ojos negros, rasgados y grandes. Su nariz es convexa, sus labios medios y tiene una contextura promedio, de más o menos un metro con 55 centímetros de altura.
Ella defiende a través de la palabra todas las características que la representan tanto a ella como a su familia: los indígenas, las mujeres, la migración, la defensa por el agua, entre otras causas sociales.
“Todas las chicas están hechas para ser algo especial en este mundo. Incluso cuando les dicen que no deberían serlo”, continúa la letra de su canción favorita.
El plan de Nancy Zhingri era llamar a su hija Carla Maribel, hasta que le mencionó a la niña que la iba a inscribir con el nombre de su padre, Carlos, y ella con tan solo cuatro años, se opuso: “¡No quiero llevar el nombre de mi papá, yo quiero llamarme Lizbeth Maribel!”, le dijo la niña con convicción y su madre respetó su decisión. Su padre no la reconoció con su apellido, es por eso que ella dice llevar “con orgullo” el apellido de su madre y que también es el de su abuelo, Elías Zhingri, un activista por las causas indígenas y por el agua. Ella cuenta que actualmente no lleva una relación con su padre pero sí con sus abuelos paternos, que también son activistas.
“Desde que era pequeñita era amante de los libros”, cuenta su madre, quien más de una vez perdió la pista de su hija, pues se solía esconder en las aulas de la escuela para ir a leer mientras ella trabajaba de conserje. Pero el amor por el aprendizaje y la lectura no eran suficientes para evitar que la joven fuera discriminada por algunos de sus maestros en la escuela y el colegio.
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“¿Quién te enseñó a odiarte a tí misma?” continúa la canción favorita de Zhingri. “¿Por qué sabes más que los otros?”, le decía su profesora. Uno de esos días no la quisieron enviar nuevamente a un concurso de oratoria que había ganado con anterioridad: “‘No, no, tú morenita no. Al otro niño, sí’, porque era blanquito, porque tenía dinero le llevaron”, recuerda su madre. “Tú te sientes mal pero no sabes qué es, no le puedes poner palabras todavía pero ya te atraviesan el cuerpo”, comenta la joven.
Su madre finalmente decidió cambiarle de institución a un colegio bilingüe multicultural, en el que recibió el trato respetuoso que siempre mereció tener con la fallecida maestra Verónica Cevallos: “Venir de todo eso y que, de pronto, una ‘profe’ te diga ‘es que eso es tu historia, esto es parte de una reivindicación política histórica’, te cambia todo, te cambia el chip, te cambia el sentir, a mí me hizo reconciliarme mucho conmigo misma”, dice Zhingri.
“Todo sobre ti es maravilloso pero tú ni siquiera lo sabes, así que déjame decirte”, continúa la canción de Miss Nokia.
Ella dice que en ese momento empezó su “camino de reivindicación política”, después se unió a los talleres que se imparten en la fundación Sendas, conocida por su labor en defensa de las mujeres en Cuenca, en donde incluso llegó a trabajar y también tuvo su paso por otras organizaciones como Yasunidos. Actualmente, Liz Zhingri cursa una maestría en Estudios de la Cultura en la Universidad Andina Simón Bolívar de Quito con una beca. Previa a esta meta ella estudió Comunicación en la Universidad Estatal de Cuenca.
La joven, cuya “arma es la palabra”, dice con respecto a su educación: “Todo el tiempo estás estudiando, estás aprendiendo. Pero si me dices ‘¿qué has estudiado?’ Yo he estudiado los libros de mi abuelito, las luchas de mi mamá, de mis abuelas y abuelos, he sido siempre súper curiosa”, dice. “Para mí la Liz es una líder fenomenal, tiene una capacidad de trasladar el discurso feminista o los conceptos feministas a ejercicios prácticos, concretos, novedosos,ilustrativos, prácticos”, dice María Isabel Cordero, feminista que la conoció en Sendas y que reconoce la capacidad de la joven de expresarse: “Es algo que las feministas más viejas reconocemos en la Liz porque hay activistas que no tienen contenido”, dice.
“¿Sabes cuánta gente quisiera ser tú?”, dice la letra de su canción favorita.
“Este no es el momento más combativo de la Liz, es un momento de introspección, de crecimiento y de preservación de la vida en su propia casa”, dice su amiga, la feminista Pepita Machado, quien ha observado el caminar de Zhingri de cerca y que se sorprende que la hayan elegido para los ataques: “Es más grotesco porque en este momento ella ni siquiera estaba activa sino que es un odio que tiene la gente”, dice Machado. El letrero que se colgó en el puente Mariano Moreno tenía una foto que ni la misma Liz Zhingri sabe de dónde la sacaron y cuyos autores del cartel distorsionaron su nariz, de tal manera que se la viera como una bruja. Zhingri pudo haberse quedado callada ante la situación pero decidió abrir un proceso en la Fiscalía por delito de odio, según el artículo número 177 del Código Orgánico Penal del Ecuador, para a través de una investigación, encontrar a los responsables. El estudio jurídico encargado de su proceso es el Kuska Estudio Jurídico, que la está ayudando de manera gratuita y que es el mismo que ha podido apoyar otras situaciones a manera de contribución con la sociedad.
La denuncia
La denuncia está en la fase de investigación previa: “Se ha puesto una denuncia por los hechos ocurridos el pasado 5 de marzo, el proceso está basado en las investigaciones y por parte de los abogados de Liz se está dando todo el avance para que se puedan brindar los elementos necesarios, para así llegar a una etapa procesal”, informó su abogado, Francisco Machado. “Las investigaciones son antes del juicio, antes del proceso en el que se formulan cargos y esa formulación pasará cuando Fiscalía considere que se tienen todos los elementos necesarios para determinar la existencia de un delito y la responsabilidad de la persona a la que se le va a formular los cargos”, explica.
En caso de comprobarse el delito de odio, el responsable podría pasar entre uno y tres años en la cárcel. Se intentó entrevistar para este reportaje a la fiscal encargada del caso de Liz Zhingri, María José Flores, sin embargo desde Fiscalía nos han respondido: “El mencionado caso se encuentra en etapa de investigación previa, la cual es reservada y por lo tanto no se puede informar el avance o detalles de la investigación”.
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El día en el que sucedió el ataque, el coordinador zonal 6 del Ministerio de Gobierno, Juan Fernando Valencia, declaró en una rueda de prensa que había “una persona detenida para investigación”, sin embargo al consultarle acerca de esto, él respondió a este medio: “Lamentablemente cuando se nos entregó la información, la misma fue incorrecta, el detenido se debía a otro caso”. Los entrevistados para este perfil declaraton que todavía no se ha encontrado a el o los responsables del ataque a Liz Zhingri, sin embargo su abogado dice que encontrarlos “es posible”.
El ataque al puente Vivas nos queremos
“Caeríamos en un error si pensamos que esto le pasó a Liz porque es Liz Zhingri. No, le pasa esto a Liz Zhingri por lo que ella representa, es mucho más amplio”, analiza el filósofo Diego Jadán Heredia, quien ha impartido antes la materia de género en la Universidad de Cuenca. Él explica muy bien cómo Liz Zhingri fue la elegida, pero a propósito del ataque que recibió, se convirtió en un símbolo que representa al colectivo feminista cuencano, que para el filósofo es “complejo” de explicar.
“El feminismo en nuestra ciudad se choca con una comunidad bastante tradicional que es la que tenemos en Cuenca. Es una comunidad conservadora, especialmente religiosa, que tiene mucho miedo a los cambios”, indica el filósofo. A estos dos actores Jadán le añade al estado o en este caso específico, la Municipalidad de Cuenca. “Aquí tenemos la idea de la familia tradicional muy fuerte, somos personas que tenemos mucho apego a nuestras familias…. El movimiento feminista viene a poner en tensión la práctica histórica que se ha dado en Cuenca de discriminación a las mujeres o a lo que representa lo femenino”, analiza en una interesante entrevista de dos horas que, podría ser un reportaje por sí sola.
Un puente, al ser una estructura que une dos partes, “convierte opuestos desiguales en correspondencia y paridad”, según el “Libro de los Símbolos”, de la editorial Taschen. El puente se llama originalmente Mariano Moreno y, según una búsqueda rápida en Google, este personaje fue un doctor en leyes argentino que destacó por su lucha en defensa de los indios en el siglo XVIII. Con el tiempo y tras varios hechos ocurridos sobre todo en los últimos dos años, el puente se ha convertido en un símbolo de la lucha feminista cuencana, incluso llegaron a hacer sus propias placas en la que lo renombraron “Puente vivas nos queremos”, que fueron removidas al siguiente día en el que fueron colocadas por el colectivo, el mismo día en el que fue colocada la placa de la Alcaldía.
“Lo que las mujeres hacían cuando ponían velas con nombres, cuando escribían los nombres en el puente, cuando se reunían alrededor del puente, lo que estaban haciendo era decir a través de símbolos. Lo estaban convirtiendo en la representación de una lucha social de manera simbólica, rompiendo con lo profano, con la normalidad y convirtiendo al espacio en algo sagrado”, explica Jadán y añade que “lo ideal sería que el estado, viendo que es un espacio que representa a parte de la comunidad, debería protegerlo”.
“Hay una dificultad adicional a todo esto porque tiene al movimiento de las mujeres, a los neoconservadores, a otros movimientos y estamos llegando a un punto no solamente en Cuenca y es que está haciéndose cada vez más difícil el diálogo entre grupos diferentes y la dificultad es que una comunidad política se funda en el diálogo entre personas que somos distintas” analiza Jadán con respecto a la posición del feminismo en Cuenca y añade que: “Estamos poniendo en riesgo la posibilidad de la política, la posibilidad de llegar a acuerdos entre personas que pensamos lo mismo”.
Libertad
“Al inicio se burlan de ti, después quieren ser tú.
No eres como todos los demás.
Tú has conocido el dolor. Pero tú eres diferente.
Pero tú mereces igual que ellos.
De hecho, tú mereces incluso más.
Tus sueños merecen ser vividos.
Y tu belleza merece ser escuchada.”
FLAVA – Miss Nokia
“Con la denuncia se logra revertir (el ataque) y creo que la Liz sale fortalecida de este proceso, fortalecida no quiere decir sin miedo. No es fácil ser atacada públicamente. Entiendo que ella pasó días muy jodidos, muy complejos. Se identifica y sale incluso a la radio”, dice la feminista y política María Cecilia Alvarado en apoyo a Liz Zhingri. Y es que la ella también ha vivido en carne propia ataques similares en el pasado, cuando fue candidata a la Prefectura del Azuay: “Estas cosas no son exageradas, cuando veo esto no puedo dejar de asociar a casos que han ocurrido a veces a una misma y por ataques que una ha recibido”, dice Alvarado.
“La Liz reivindica su identidad y dice ‘sí soy, soy indígena, campesina, joven, mujer y todas estas cosas que el sistema patriarcal personifica. Pero yo las acepto y me vale madre lo que diga el resto’”, dice la feminista María Isabel Cordero destacando de manera positiva la reacción que tuvo la joven ante los ataques. “Ser mujer, ser mujer indígena y ser mujer indígena en Cuenca son tres situaciones muy complejas pero ella las ha sabido sortear de la mejor manera”, dice su compañera Sofía Herrera. “En ese instante, cuando mi hija me contó (del ataque) sentí un pinchazo en el corazón…Me daba mucho sentimiento, mucha nostalgia pero no, no nos vamos a vencer, nos vamos a unir. Nos vamos a unir en familia”, dice su madre desde su asiento en el comedor de su casa, que huele a leña por el horno de leña que ella misma construyó.
“Lo que no tienen en cuenta es que yo he tenido un proceso de sanar y de reconciliarme con esa parte india mía, con esa historia india mía….Les respondí ‘sí soy india’ y puse una foto mía con esta respuesta”, dice Zhingri. Posterior al ataque se colgaron en el puente carteles de “Se busca” cargados de mensajes positivos y fotos de feministas de Cuenca y del resto del Ecuador, que apoyaban a la joven. Para Liz Zhingri, libertad es comer un pan preparado por su madre en el horno de leña de su casa, mientras escucha los sapos que viven afuera y su sueño es vivir de la escritura o de la palabra.
Tal vez a la joven, que es fuerte y sensible a la vez, le gustan los gatos también porque se caen siempre de pie, así como lo hizo ella frente a estos ataques. Si algo nos deja claro su historia es que nunca dejará de defenderse. Su madre recuerda cuando su maestra le dio el diploma que ella merecía a otro niño: “Ella se regresó al aula, se sentó y escribió algo. Después le entregó ese papel a su profesora cuando estaba sentada en la mesa dirigiendo el programa. El rato que terminó el programa y empezó la comida, cuando se habían ido todos los profesores, la profesora abrió el papel y se puso a llorar, yo no sé qué le escribió, nunca me enteré y los otros profesores nunca me contaron. Vino, le abrazó a la Liz, le dijo mija perdona pero no podía hacer otra cosa, pidió disculpas. Con llantos en los ojos le dijo eso”. Liz tampoco recuerda qué decía el papel. (I)