La notoria dicotomía en el discurso hacia la violencia de género ha estado siempre determinada por un sesgo significativo, ya que gran parte de los precursores de este discurso de odio toma posturas selectivas dentro de las diversas problemáticas con respecto hacia las claras agresiones, no solo físicas sino también psicológicas.
Una forma clara para entender este proceso es la indignación colectiva con respecto a las imposiciones que promueve el Talibán sobre la figura femenina, sin embargo, las constantes sugerencias en redes sociales para que las feministas vayan a Afganistán, no son más que una forma de manifestación de como grandes sectores de nuestra población perciben a esta situación como una problemática de forma y no de profundidad.
Pero también tenemos que “rescatar” a aquellos individuos, muchos de ellos periodistas, que comprenden y empatizan con la crisis a la que están expuestas las afganas con la toma de Kabul. Lastimosamente los aparentemente “conscientes” discursos que promueven, los enriquecedores hilos en Twitter y las manifestaciones dentro de los diarios se pierden cuando muchos comunicadores se solapan entre sí.
Para enfatizar en estas situaciones como ejemplo existe el caso de Andrés Carrión, que, dentro de su lógica de entrevistador, consideró oportuno preguntarle a la medallista olímpica Neisi Dajomes si es que sabía cocinar y lavar los platos. Este hombre, además de fomentar estereotipos de géneros por los cuales muchas mujeres se encuentran en lucha constante por erradicar, gestionó en la población una catapulta para normalizar las implicaciones que tiene el discurso de odio.
En redes sociales no tardaron en llegar los usuales comentarios sobre la “generación de cristal” y la minimización de los comentarios emitidos por el conductor del programa Hora 25 apelando a la supuesta histeria de las feministas. Esto nos deja claro cual es el pensamiento de muchos ecuatorianos que se sintetiza en un estado de conformismo intelectual que acarrea la justificación de patrones de conducta arcaicos e insensibles.
Tenemos que dejar a un lado la selectividad… la violencia se puede plasmar de diversas maneras, no usemos la falacia de la sensibilidad para tapar actos repudiables y retrógradas. Si los medios de comunicación no empiezan a delimitar estos valores nos mantendremos en una constante cadena de misoginia. (O)
@Rodriguez_Khori