Todoque es, o era, un barrio con vida. Tiene un consultorio médico, un colegio, una farmacia y un parque infantil. Pero ahora está vacío porque una tremenda lengua de lava lo atraviesa y ha sepultado parte de su historia diaria.
Ahora en Todoque solo se escucha el rugir de la erupción volcánica, que desde el pasado domingo se registra en la isla canarias de La Palma y que ha obligado el desalojo de unos 5.500 vecinos, entre ellos, los 1.200 que residen en este barrio perteneciente al municipio de los LLanos de Aridane.
En lo alto del barrio se ve el cráter que ha formado la erupción volcánica y del que emergen dos lenguas de lava, una de ellas amenazando de cerca a este núcleo poblacional del que ya ha arrasado parte.
Se trata de la cabeza de la lengua de lava que se dirige hacia la costa y que en esta zona tiene unos seis metros de altura.
Avanza lentamente, incluso parece que no lo hace, pero lo hace. De vez en cuando se desprenden piedras humeantes en cuyo interior se ve un color rojo candente.
La huella de destrucción de esta erupción se ve claramente. La lava a su paso ha dejado la mitad de una casa sepultada mientras que la otra ha quedado visible. Más adelante, de una casa de comidas solo queda un toldo con su nombre.
Los equipos de emergencia acompañan a algunos vecinos que intentan recuperar parte de sus enseres las viviendas que, en principio, se han salvado, aunque que no las tienen todas consigo hasta que el volcán deje de escupir lava.
Entre los edificios que se han salvado está la iglesia, cuyo párroco sacó antes de que fuera tarde todas las imágenes y las puso a salvo.
Un empleado del Ayuntamiento ayuda a un vecino a sacar los enseres de su casa: sillas, una mesa y algún aparador se instalan con cuidado en un camión.
Una tienda de víveres es la esquina más cerca de la colada de lava que baja desde el volcán. Frente a ella, un flamboyán de un verde subido que contrasta con el gris oscuro que ha dejado la ceniza volcánica tanto en el suelo como en el ambiente.
La mayoría de viviendas de Todoque están bien cuidadas: son casas terreras con jardines en sus fachadas que hasta hace apenas unos días debieron tener flores pero que ahora aparecen machacadas por el fuerte calor que desprende la colada de lava que baja por la ladera.
La lava ha enterrado muchas historias personales, han señalado estos días a Efe muchos vecinos afectados.
Uno de ellos recordaba hoy, como una señal de optimismo, que los habitantes de esa isla siempre han sabido sacarle provecho al terreno volcánico e incluso han cultivado sobre él, por lo que confiaba en que podrían volverlo a hacer. EFE