EDITORIAL

REFINERÍA DEL PACÍFICO

Manifestando su megalomanía sin límites, el gobierno de Correa, con la presencia de su mentor Hugo Chávez de Venezuela emprendieron la construcción de la Refinería del Pacífico con un costo descomunal. Se iniciaron los trabajos, pero como varias obras de esa época, quedó inconclusa. Al suspenderse, surgió el problema sobre lo que se haría con la parte trabajada, cuyo destino útil y productivo fue muy dudoso. Se creó una compañía a que asuma la tarea, pero ha transcurrido un buen tiempo, y la obra está abandonada con fuertes gastos para el mantenimiento y cuidado como uno de los monumentos a la irresponsabilidad de ese gobierno.

Esta obra ha batido un record; la Controlaría ha presentado la más alta glosa de la historia a este proyecto: 1200.00 millones de dólares. Se trata de una glosa que teóricamente es posible desvanecerla, pero en el muy dudoso supuesto de que esto ocurra surge la pregunta ¿Quiénes asumirán este enorme gasto? Impensable que contribuya Venezuela cuya calamitosa situación económica es una elocuente muestra de los resultados del Socialismo del siglo XXI. El ejercicio del poder, si funciona el sentido común, implica al realizar gestiones considerar la magnitud de los costos, su posible rendimiento y la capacidad del Estado para asumirlos, pero este caso es un ejemplo de lo que no se debe hacer.

Un elevado porcentaje de obras que realizan los gobernantes, no se concluyen durante sus períodos gubernamentales. Que unos las inicien y otros inauguren es muy frecuente, pero es importante que el financiamiento a largo plazo sea realista. En el caso que comentamos tenemos la impresión de que su mentor e iniciador pensó que si se da un fracaso, como ha ocurrido, otras “pagarán los platos rotos”. Es imprescindible que se establezcan o perfeccionen los mecanismos gubernamentales para sancionar, con los debidos procesos judiciales, a los responsables de estas irresponsabilidades.

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