La dinámica de la vida humana se fundamenta en el afán por conocer lo que no es accesible a nuestra mente por el desconocimiento de una serie de incógnitas vinculadas a la realidad en sus múltiples dimensiones. En los avances de un mejor conocimiento del entorno en que nos desarrollamos juega un papel fundamental la duda que arranca de la conciencia dl desconocimiento pleno de una variedad de problemas sobre los que tenemos ideas incompletas y deseos de completarlas. El filósofo francés Descartes utiliza la duda como un método para avanzar en el conocimiento pleno de la realidad, es decir que es un instrumento esencial en los avances del saber que es un ideal propio del ser humano.
En algunos planteamientos religiosos y políticos hay “verdades” indiscutibles ante las cuales no cabe dudar. Se trata de dogmas que cierran las puertas al razonamiento y consideran a la duda negativa. La duda no se da tan sólo en planteamientos filosóficos y religiosos es un elemento permanente en la realidad cotidiana, al margen de la profundidad de los problemas. Esencial a nuestras existencias es el afán de superación para mejorar nuestra calidad de vida y la duda juega un papel de gran importancia en este proceso. Dudamos por ignorancia reconocida o por las múltiples respuestas carentes de profundidad que generan confusiones.
En nuestros días la incorporación del COVID a nuestras existencias plantea el desconocimiento global de un virus entre los científicos de alto nivel y las personas comunes, es decir un robustecimiento de la duda como parte de nuestra condición No hay una información cierta en los más altos niveles científicos, lo que da lugar a una serie de suposiciones que, a través de las redes sociales se dan a conocer, algunas con la arrogancia dogmática de pseudocientíficos que intensifica la ignorancia por confusión; es interesante que en nuestros tiempos con los enormes avances técnicos y de ciencias se presenten estas incógnitas llenas de dudas.