El ingreso de América a la historia moderna ocurrió bajo una plena dependencia de Europa, cuyas potencias, luego de haber descubierto este “nuevo mundo” iniciaron un proceso de conquista y colonización con predominio de potencias económicas con navegación desarrollada. Los idiomas y religiones cristianas se impusieron. Países asiáticos cercanos al pacífico permanecieron en un ámbito entre leyenda e historia fantasiosa. China era un país con predominio de mitos y la información sobre su auténtica realidad era muy elemental; la conocíamos a través de aventureros y viajantes occidentales con poco realismo confiable, y de misioneros que trataban de establecer el cristianismo.
El presidente de nuestro país se encuentra en China con el propósito de renegociar de la muy elevada deuda que se incrementó intensamente durante el gobierno de Correa con intereses muy elevados en este tipo de transacciones internacionales, comprometiendo el recurso del que en alto grado depende nuestra economía: el petróleo, con el “principio” yo me endeudo en cualquier condición por que otros tendrán que pagar esa deuda. Esperamos que la gestión culmine con éxito para los intereses de nuestra patria. En todo caso, países del tercer mundo no pueden prescindir de China que compite en este campo con Estados Unidos y Europa.
Es evidente que se trata de la segunda potencia económica. Luego de la segunda guerra mundial, cuando el mundo se dividió en países con economía capitalista y marxista, China estuvo en el segundo dependiendo inicialmente de la Unión Soviética, pero manteniendo sus patrones culturales básicos bajo el fuerte liderazgo de Mao Tze Dong. Cuando el sistema marxista se desplomó, China ha mantenido una estructura con componentes marxistas como la fuerte concentración de poder en el gobierno regido por un partido único y capitalista al dar paso a la iniciativa privada en producción con notable éxito.