Brillantes y coloridas ranas, algunas con su piel lisa y húmeda y otras grises o diminutas se observan en el Centro de Conservación de Anfibios en el Bioparque Amaru, donde conviven 25 especies. De ellas, la mitad son rescatadas y 19 son especies amenazadas, según la actualización de la Lista Roja de Anfibios del Ministerio del Ambiente, Agua y Transición Ecológica.
Considerados animales no muy comprendidos o envueltos en mitos, los anfibios ocupan un espacio importante en el Bioparque Amaru, que desde hace 15 años cumple el rol de protector y promotor de la conservación de biodiversidad. Para ello, ha trazado un plan centrado en tres ejes: Manejo ex situ, monitoreo in situ y educación, esta última, mediante las visitas al zoológico y con la publicación y difusión de artículos científicos, libros y revistas.
El biólogo Fausto Siavichay, coordinador del Centro de Conservación de Anfibios, explicó que este trabajo está enfocado en la preservación de las especies del sur del Ecuador e incluye trabajos conjuntos con instituciones como ETAPA y la Universidad Católica de Cuenca.
“Se rescatan anfibios, se los lleva al centro, se los evalúa y se analiza un proceso para translocación o reubicación, esto es algo que no solo depende de nosotros, sino de instituciones gubernamentales, depende también de si el lugar va a ser protegido en algunos años”, subrayó.
Entre las especies conservadas se encuentran Jambato del Azuay – Atelopus bomolochos; Jambato negro del Cajas – Atelopus nanay; rana Fosorial de Cuenca – Ctenophryne aequatorialis: rana mono amazónica – Agalychnis hulli: Cutin – Pristimantis sp y rana Marsupial de Cuenca – Gastrotheca cuencana.
Reproducción
Otra parte fundamental del programa que desarrolla el Bioparque es la reproducción, lo que ha permitido salvar renacuajos, algunos de ellos muy pequeños y que pasan desapercibidos en la naturaleza. En este contexto, actualmente se lleva a cabo la descripción de una larva de rana que fue rescatada en el año 2016 en un proyecto minero en la parte sur del Ecuador; esto requiere la descripción en un artículo científico. Como parte de este proceso se han efectuado estudios en Estados Unidos mediante un Banco de Genética, que determinará si se trata de una especie nueva.
“El hábitat de esta rana ya no existe, lo que hicimos fue traerla, reproducirla en el centro y ahora vamos a describir la larva y aspiramos hacer la reintroducción de las larvas hijos que se han criado aquí, sin embargo, es difícil porque ya los sitios fueron eliminados (…) es un proyecto complejo en el que requerimos aportes de otras instituciones”, indicó.
Anfibios urbanos
Cuenca es una urbe que aún mantiene especies importantes de anfibios, un componente esencial de la biodiversidad en los ecosistemas terrestres y acuáticos. En los años 80 y 90 era común observar variedades de estos animales a orillas de las quebradas, sin embargo, con el crecimiento de la urbanización se han ido perdiendo.
En la ciudad hay especies endémicas e introducidas. Una de ellas es la “Gastrotheca cuencana”, una rana mediana de color verde o café con puntos o manchas cremas. “Pretendemos exponer los anfibios urbanos para que se respeten los hábitats, es importante conocer que dentro de la ciudad se han contabilizado siete especies. Quito, por ejemplo, ya no tiene esta diversidad debido a la expansión urbana”, enfatizó el biólogo Siavichay.
Los anfibios se enfrentan a muchas amenazas, la mayoría relacionadas a acciones de los seres humanos. La declinación de sus poblaciones se relaciona también con características intrínsecas de las especies, tales como su tamaño corporal, estrategias reproductivas, grado de endemismo, especialización, entre otras, que las hace más vulnerables a la extinción y también a fenómenos globales como el cambio climático.
El Bioparque Amaru difunde y resalta la importancia que tienen las especies en el medio y el papel que cumple el Centro en la conservación de anfibios, una especie que está cada vez más lejos de las grandes urbes y más cerca del peligro.
Estudios sobre la secreción de la piel de los anfibios
La Universidad Católica de Cuenca llevará a cabo un estudio sobre los principios activos de la secreción de la piel de los anfibios y su conservación. “Se han descubierto algunas sustancias que pueden tener función antibiótica o pueden controlar hongos y bacterias, es decir, son antimicrobianas, antifúngicas e incluso analgésicas. El objetivo es caracterizar estos principios activos y su uso potencial”, explicó Jazmín Salazar, Coordinadora del Laboratorio de Microbiología del Centro de Investigación, Innovación y Transferencia de Tecnología (CIITT) de la Universidad Católica.
Este es un proyecto que se ha presentado de forma conjunta con el Centro de Conservación del Bioparque Amaru y está bajo la dirección de Juan Carlos González, Coordinador del Laboratorio de Principios Activos y Seguridad Alimentaria del CIITT. Se ha solicitado los permisos respectivos al Ministerio del Ambiente, Agua y Transición Ecológica.
Anterior a este proyecto, en el Laboratorio de Microbiología del CIITT se cumplió un estudio sobre la exploración de microorganismos cultivables de la piel de los anuros, distribuidos al sur de la cordillera de los Andes y estribaciones orientales del Ecuador. Ha culminado la fase de campo y la etapa de laboratorio se encuentra en análisis.
“Es una exploración de la microbiota cultivable de la piel de los anfibios, es decir, de aquellas bacterias y hongos que pueden estar cumpliendo una función de protección ante los cambios climáticos, perturbación en los ecosistemas, temperatura y un sinnúmero de factores bióticos y abióticos que pueden influir directamente en los anfibios. Se muestreo en las provincias de Azuay, Cañar, Loja, Morona y Zamora”, explicó la investigadora. (I)