Pueblos rurales de Azuay y Cañar, otrora llenos de gente, de producción, de niños en las escuelas, de plazas donde semana a semana había un intenso comercio, se quedan vacíos. El problema no es de ahora. Más bien se profundiza. Ese panorama, desolador para quienes los visitan, aun para los lugareños, suele encasillarse con el …




