La alfombra roja 

Juan F. Castanier Muñoz

Una vez concluidos los escrutinios de la segunda vuelta presidencial y superados los infantiles argumentos de la tinta mágica y del “mega” fraude, con clarísimos disentimientos de voces visibles de la RC, venía el evento de la posesión presidencial en la Asamblea Nacional. Este sí, el “mega” evento político, previsto por la Constitución una vez cada cuatro años y salvo que se vuelva a dar una muerte cruzada. 

Como era de esperarse, las asambleístas y los asambleístas debían haber estado tensos y ansiosos ante la cercanía del sábado 24 de mayo. Qué peinado iban a lucir en la sesión, qué tipo de vestido o terno, qué color sería el más apropiado de acuerdo a la hora, ¿joyas vistosas o no?, qué tipo de maquillaje para las madres de la patria, qué clase y color de corbata para los padres de la patria, vestido largo o corto, blusa con mangas o sin ellas, en fin, como no ponerse a tono con un acto de trascendencia nacional y que iba a ser transmitido prácticamente por todos los medios de comunicación. Los flashes de las cámaras, las marquesinas, los micrófonos, la música marcial entonada por la banda militar. El sueño, a lo mejor de toda una vida: “llegará algún día en que yo pueda estar presente como asambleísta, en una posesión presidencial?”. 

Pero ¡oh, sorpresa!, no en vano será que dicen que la alegría en la casa del pobre dura poco. Casi a punto de culminar los preparativos, incluida una caminata de ensayo sobre una alfombra vieja y raída prestada por el vecino, sale una orden desde Bélgica, con escala en México y Venezuela: “ningún asambleísta de la RC debe asistir a la posesión presidencial”. Cabizbajos, meditabundos y frustrados, los asambleístas de la RC han tenido que deshacer las galas que pensaban lucir en la alfombra roja y armándose de una camiseta vejancona, un short flojo y un par de zapatillas, acomodarse para ver en la televisión la posesión presidencial. Ni siquiera con un canguil de compañía porque lamentablemente la depresión viene acompañada, en la mayor parte de los casos, de falta de apetito. Algunos de ellos ya habían tenido hasta preparadas las respuestas para las entrevistas del gran día. ¡Otra vez será! (O)

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