Quimsacocha no se toca “El agua vale más que oro”

Desde que tengo uso de razón, he oído decir que el agua de Cuenca es la mejor, la más rica. Y es verdad. He tenido la oportunidad de vivir en otros países, incluso en distintas ciudades del Ecuador, pero nunca he probado un agua como la nuestra.

En todos esos viajes no extrañé el mote, el locro de papas, ni siquiera la palanqueta con nata. Pero el agua… eso sí me ha hecho falta. Porque como la de Cuenca, no hay. Ni siquiera la de La Maná, que tiene oro y plata, se le compara.

Y es que esta agua viene del cerro, de Quimsacocha, en pleno páramo andino. Una tierra rica en nutrientes y minerales que actúa como esponja natural: filtra, recarga, y generosamente abastece a cientos de miles de personas en Cuenca, San Fernando y Girón. Es una fuente de vida que sostiene comunidades, cultivos y ecosistemas.

Quimsacocha, ubicada en una zona protegida, es un ecosistema extremadamente frágil. Hoy ese ecosistema es amenazado por el proyecto minero Loma Larga. Según un informe técnico de ETAPA (22 de agosto de 2024), de este darse, las consecuencias serían devastadoras para las cuencas hidrográficas de los ríos Tarqui, Yanuncay, Tomebamba, Machángara y Norcay.

Al contrario de lo que la Minera dice, la tecnología que se planea usar para extraer los metales no es compatible con este ecosistema. Los químicos tóxicos serán absorbidos por el suelo, y la misma esponja natural que hoy purifica el agua los arrastrará hacia nuestras fuentes. Lo que afectará a las siembras, a los animales y también a los cuencanos que beberíamos arsénico, entre otros horrores.

No existe minería responsable. No existe tecnología compatible en zonas de recarga hídrica. La defensa del agua no es negociable.

Hoy tenemos la obligación de actuar. Apoyar las iniciativas de los colectivos que han levantado su voz por el agua es urgente. Hacer respetar la Ley que prohíbe la minería metálica en las zonas hídricas de nuestra provincia y del Ecuador es inaplazable. (O)

Lcda. Tania Durán

Periodista y microempresaria ecuatoriana. Reconocida por su compromiso con el arte, la cultura, el eco-turismo comunitario y el medio ambiente. Pionera en la comunicación y educación participativa.

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