Maraña de cables
¡Ni derecho a la ciudad! ¡Ni derecho al paisaje! Ni a nada. Se ha diseñado en torno al inmediatismo, a lo fácil y a lo rápido. Incluso, a tan solo acelerar la prestación de servicios que acumulen capital.
Enredados, cruzados, sin sentido, imposibles de separarlos, luciendo por sí solos y convirtiéndose en lo más desagradable de la ciudad, son las marañas de cables de todo y para todo que cuelgan en los postes y barrios de Cuenca. Embusten el paso del tiempo y la útil prestación de cualquier servicio. En realidad, son el reflejo de la deportiva desorganización, carencia de una política seria en la materia y enredo en la planificación de la ciudad.
Por un momento en los dueños del caos: -Si es que se daña un servicio, pongamos un cable nuevo. -¿y el otro? -Dejemos en el mismo lugar. Pero ¿y si se rompe el cable? – ya nada, crucemos otro más fuerte que incluso sirva para sostener a otrito más. -Ah ya, pero si no hay poste de luz, atemos al de telefonía con el de otro servicio y de una vez que se queden ahí bien cogidos todos. -Y si la empresa que acumula capital quiere prestar su servicio, usemos toda la red pública de una vez, hagamos unos añadidos por ahí, viremos una placa de sujeción y que todo quede perfecto. Sí. Perfecto para ellos, no para la ciudad y su gente.
La expansión urbana de Cuenca debe ser pensada con responsabilidad. La contaminación visual provocada por las marañas de cables, es un problema grave y que ante el crecimiento poblacional no tiene solución. Es urgente la decisión de soterrar los espantosos cables como una tarea para una ciudad patrimonial, con ello se lograría que mejore el entorno y ambiente, manteniendo compensaciones estéticas de una urbe turística y cultural en donde el paisajismo sea recuperado. Habría hasta crecimiento económico por una explotación turística desde el embellecimiento.
El derecho a la ciudad no es disfrutar de ella, sino y por sobre todo, transformarla para la vida en plenitud de su gente. Así, a todo pulmón: ¡Fuera los tendidos aéreos! ¡Abajo las marañas de cables! (O)