Seguridad electoral

Luis Ochoa Maldonado

La elección es trascendente como las anteriores, con resultados finales que dejan  sin piso los anhelos de la gente, ilusionada en ofertas baratas del evento y cuando llegan al poder, se quejan de la situación económica, política y social, sin soluciones efectivas para el empleo, la productividad y la equidad, con instituciones patrimoniales, burocráticas y de manejos dolosos, que afectan y desnaturalizan el servicio de salud, educación y seguridad, para enriquecimiento de unos cuantos allegados. Cuidado que ahora la situación es alarmante cuando no se puede soportar la angustia de las mayorías, mirando una inmigración proveniente de países destrozados por sus gobernantes a fuerza de las armas, que es lo que debemos en principio evitar. Pues guerra avisada no mata gente.

En una democracia es elemental la claridad del proceso, por árbitros de los comicios, desde la calificación de candidatos/as en entredicho todavía cuando los plazos se han consumado para la actividad, con reticencia del Consejo Nacional Electoral para cumplir con lo dispuesto por el Tribunal Contencioso Electoral, que debe definir de una vez por todas la papeleta, en la cual encontramos todas las posibilidades al frente del votante, a pesar de las sorpresas observadas de candidatos con grilletes, alquiler de partidos, recusación de postulantes por directivos de los movimientos auspiciantes y demoras en las decisiones trascendentales, que avizoran sorpresas aún por venir.

Los únicos que tenemos a pesar de los entuertos de esta campaña la posibilidad de escoger, somos los ciudadanos/as en las urnas, para entregar el poder al servicio de la colectividad. La masa es tolerante hasta lo imposible, pero siempre hay un límite que deben tener en cuenta quienes consigan el apoyo popular, sin equivocarse creyendo que son dueños de la chequera de los fondos nacionales, para su uso y abuso, dejando secuela perversa de una deuda externa enorme, en un país empobrecido agravado por la crisis sanitaria que todavía nos acongoja. Hasta cuándo. Hasta que los perjudicados reaccionemos por nuestra supervivencia, con nuestro voto conciente. (O)