Una Declaración que siempre nos exige…

Hugo Darquea López

Si desde luego, la Declaración Universal de los Derechos Humanos  proclamada por las Naciones Unidas el 10 de diciembre de 1948  siempre nos demanda algo fundamental, sea en las relaciones sociales o institucionales y es más a los mismos ciudadanos. Cada día leemos o vemos que el crimen organizado de las mafias o de  unos pocos se ensaña contra los demás.  A la par  que un tirano se aferra con infamia siniestra al poder los carteles se infiltran en los estados y hacen del mundo su campo de control. Nuevos y más tenaces tribunales inquisitoriales se erigen y  factores nocivos destruyen las instituciones. En un mundo saturado de injusticias los niños  y los enfermos fallecen por hambre y causas sin respuesta.

La irresponsabilidad destruye la esperanza y por falta de educación el cuadro de la miseria moral está presente en cada latitud pese a  la ciencia, la cibernética y  la inteligencia artificial. Algo profundo nos hace falta:

Acendrar  la  conciencia universal  de la responsabilidad de todos para construir la cultura del respeto.

Tengamos presente que pese a  la  vigencia de la  Declaración Universal de los Derechos Humanos, el abuso del Poder, la guerra, el genocidio y más crímenes de lesa humanidad con otros desajustes sociales siguen presentes,  lo que exige un renacimiento integral pro vida humana.

No se trata de limitar la población ni de pretender absurdos contra la naturaleza mediante la violencia o  “imaginarios” sucedáneos, no pretendamos poner la nota de la desmesura con las  garantías penales para los delincuentes  cuando sus víctimas sufren los daños cometidos.  Educar con la formación integral de la personalidad en el valor cívico del respeto a la Dignidad Humana, a las instituciones y al significado de las palabras  y conceptos, es el camino,  por allí empieza todo. Para comenzar, debemos cultivar  el valor fundamental de la vida y de cada vida humana desde el instante de la concepción.

Se trata de ser persona en la plenitud de su significado. (O)