Adefesios

Aurelio Maldonado Aguilar


El festejo fue apoteósico. Lanzaron por los aires, frenéticos y alegres al profe Alfaro. Se calaron ya los turbantes árabes para estar listos para el viaje a los confines de oriente y Qatar. Cantaron y festejaron el empate como una gran victoria, pues en realidad merecieron ganar y lograron anular por completo a la fulgurante estrella Messi que se redujo a solo apariencia en el campo, sin acción. Las plateas y graderíos fueron una locura. Más de sesenta mil almas corearon delirantes y se desgañitaron por la selección. Mientras el balompié, pasión de multitudes, mostraba la fuerza de su impulso en toda nuestra sociedad, lo trascendente y crucial que es la vida política es olvidada por completo. Como no me gustaría reunir las miles de almas de los graderíos, enardecidos, eufóricos y listos para cualquier acción, en la asamblea nacional y tomarles de los pelos a los adefesios representantes del pueblo, para escarmentarlos y decirles que no pueden negociar nuestra suerte como país en el más infame convenio. Por lo menos a Lasso se le acabó la paciencia y los denunció. Los mismos adefesios pidieron cuotas de poder y lugares donde enriquecer sus bolsillos sin dar cuentas. Los obtusos e iletrados honorables de Pachakutic, entre ellos, la que aconsejaba robar bien y no dejarse caer en cuenta, vuelve a su accionar montaraz. Lasso califico, frenético y al borde de un síncope, como ladrones, corruptos y chantajistas a la gavilla de delincuentes adefesiosos. También, no podía faltar un candidato a la presidencia, que inocentemente pretende negociar el voto del partido naranja, digno movimiento tiempo atrás, a cambio de que no le cobren sus impuestos pues funge de un gran y próspero empresario que gana miserias como se desprende de sus declaraciones de impuestos y tributa apenas unos cientos de dólares, cuando paga y otras veces declara en 0, cosa que el presidente pide sea estudiado por el SRI. La crisis es monumental. La política vil y corrupta, junto con el narcotráfico se tomó el país. Solo una constituyente que tire al traste la amañada constitución del prófugo belga y su pandilla, redacte una nueva de ideales y conceptos elevados, termine con estos nefastos organismos de control que facilitan el trueque de conciencia y el robo, sanee la justicia, nos podrá salvar de una revolución cruenta que va lentamente fraguándose como última solución o una cruel dictadura, que nunca y en ninguna parte del mundo fue la solución. (O)