¡Qué coincidencia!

Juan F. Castanier Muñoz

Tratábase de encontrar una empresa para que se haga cargo de la implementación del voto telemático para los votantes ecuatorianos en el exterior, en las últimas elecciones. Como se iba a “estrenar” el sistema de votación, lo más lógico era que se debía contratar a una empresa seria, con experiencia y que asegure solvencia en el tema. ¡Qué coincidencia!, se contrató justo con una empresa que no consta en los registros de la Superintendencia de Compañías.

Según las autoridades electorales, por “ataques” al sistema, resuelven anular las votaciones de los ecuatorianos en el exterior, pero ¡qué coincidencia!, solo se anulan las votaciones para asambleístas nacionales y no las de presidente y vicepresidente. Resuelve el mismo CNE que la repetición de la votación en el exterior, para asambleístas, se llevará a cabo el 15 de octubre, junto con la segunda vuelta presidencial. ¡Qué coincidencia! Cuando la ley dice que, en caso de anulación de las elecciones, éstas se realizarán en el plazo de diez días y, la Constitución dice que las elecciones de asambleístas se llevarán a cabo en la primera vuelta electoral, de las presidenciales. Finalmente, ¡qué coincidencia!, que ni la ley ni la Constitución contengan ninguna disposición que sustente, desde el punto de vista jurídico, las razones del CNE para adoptar tan injustificable decisión.

Y como “no hay primera sin segunda”, he aquí que el vapuleado Consejo de la Judicatura se reúne  en la ya famosa sesión del sábado 19 de agosto, con la intención de destituir a un magistrado de la Corte Nacional de Justicia, y según el mismo presidente del CJ, la sesión se instaló con los cinco vocales completos, pero, a media sesión, ¡qué coincidencia!, desaparecen dos de los vocales y la mayoría de “tres” baja a “dos”. Lo que el inefable presidente del CJ no repara es que, en el audio de la sesión, y luego de la votación, la secretaria proclama los resultados: “dos votos a favor de la sanción y tres abstenciones, no hay mayoría señor presidente”. Así, el funcionario llamado a ser ejemplo de pulcritud y honradez en todas sus acciones, es cogido en trampa. ¿Vergüenza o… coincidencia?(O)