Como es bien sabido hay el empeño grande de hacer un juicio político en contra de esta distinguida funcionaria para destituirla de la función que desde hace unos años viene desempeñando de manera acrisolada y eficiente. Y ¿por qué es empeño de sacarla del puesto que tan correctamente está desempeñando? Pues sencillamente porque ha tenido el valor de desenmascarar a los pillos que con careta de políticos y jueces han usufructuado, inmoralmente, de nuestro país.
Recordemos a esos pésimos fiscales de la malhadada época del correato, Galo Chiriboga y Carlos Baca, obsecuentes servidores del prófugo, obedientes y encubridores de todas las trafasías que ocurrían en aquellos tiempos. Pues ahora hay, al fin, una persona que desempeñe la fiscalía general como debe ser, con absoluta honestidad, con un afán increíble de servicio y procurando descubrir el mayor número posible de actos corruptos de funcionarios del Estado.
Claramente son las consignas y órdenes provenientes de Bélgica las que están haciendo lo posible e imposible para lograr la destitución de esa ejemplar mujer y después volver a las andadas, a continuar con el enriquecimiento ilícito con los dineros del Estado. Además, vendrá entonces el conseguir la anulación de las sentencias a los ladrones de la nefasta década comenzando por el prófugo.
Los casos Metástasis. Purga y Plaga representaron una esperanza para el país sumido en la corrupción, el robo y la desesperanza. Impertérrita la fiscal seguía persiguiendo a gentes vinculadas a la política nacional y al ámbito judicial, especialmente a la pandilla liderada por el prófugo. De hecho, toda esa gentuza no le ha perdonado nunca por tales acciones y habrá jurado venganza que, además, permitiera la anulación de los juicios para el regreso de la pandilla que quiere continuar la tarea de robo y saqueo, de fortalecer la narcodelincuencia que es una increíble mina de oro y muy fácil de explotar. En esos procesos el país pudo ver cómo desde la década perdida el andamiaje inventado por el prófugo y encabezado por el Consejo de Participación, la justicia se había convertido en reducto de abogados y jueces incapaces y pillos, con pocas excepciones. (O)