
La Asamblea Nacional a instalarse desde el 23 de mayo próximo, en casi nada se diferenciará de la precedente, mucho más por la marcada polarización de dos fuerzas políticas, las más votadas en las elecciones del pasado 9 de febrero.
Si bien el CNE aún no oficializa los resultados para asambleístas, los bloques de ADN y del correísmo tendrán amplio dominio (entre los dos suman 133 de 151 legisladores), seguido de los de Pachakutik, del Partido Social Cristiano, y de otros movimientos cuya representación será mínima, no por eso disputable.
Tampoco tendrán mayoría absoluta. En este caso, necesariamente, tratarán de absorber a las minorías.
De resultar reelecto Daniel Noboa, su nuevo Gobierno posiblemente se verá en serios aprietos con miras a conseguir la aprobación de sus proyectos de ley, de reformas a otras; o a cualquier otra iniciativa cuyo visto bueno deba dar la Asamblea.
Cuesta arriba se le volvería conseguir votos de Pachakutik, aun del socialcristianismo.
Al contrario, el panorama sería distinto para la candidata del correísmo Luisa González, dada su cercanía con Pachakutik, con el cual, en la actual Legislatura hizo buena liga, y hasta podría contar con los votos del PSC como ya ocurrió y han sido determinantes.
Es cuando podrían darse los típicos “camisetazos” o la incidencia de las llamadas “mayorías móviles”.
En ese probable escenario, algunos proyectos del actual gobernante, dada la actual coyuntura, quedarán para ser debatidos en la próxima Asamblea. Entre ellos, la reinstalación de bases militares extranjeras en el país con el fin de combatir a las redes del narcotráfico; y las reformas a los artículos 110 y 115 de la Constitución, encaminadas a regular el financiamiento con recursos públicos a los partidos y movimientos políticos.
En ambos casos, de aprobarse en la Legislatura, serán consultados al pueblo.
En política, como se sabe, todo puede pasar.