¿Una campaña con odios?

Análisis político Marco Salamea Córdova

Una de las características de la campaña electoral, que se dio para la primera vuelta y que ahora se da para la segunda, es el uso acrecentado de las llamadas “redes sociales” digitales; en las cuales más que argumentos racionales  favor o en contra de los candidatos presidenciales, lo que prima son reacciones emocionales expresadas en insultos, agresiones verbales, ridiculizaciones, mofas, y otras expresiones de las bajas pasiones “humanas”, en contra del adversario político o del que piensa políticamente de manera diferente.

Junto a esas reacciones y conductas se hace una utilización profusa, o se comparten sin más, informaciones o noticias falsas elaboradas con el fin de desprestigiar y degradar al contendor político, o de provocar en el elector una sensación de miedo o incertidumbre frente a un determinado candidato.

Es decir, en general, no se apela a conseguir el apoyo electoral de la gente con base a argumentos a favor o en contra de lo que realmente son los programas o planteamientos de los candidatos, de los modelos económicos o sociales que proponen, sino con base a azuzar prejuicios, resentimientos y odios. Odios que llevan al fanatismo y a creer en ideas políticas que, al igual que las ideas religiosas y según neurocientíficos, son las más difíciles de cambiar con argumentos racionales.

Se trata de una conducta que daría cuenta de que la cultura política predominante en Ecuador tendería a ser cada vez más irracional y autoritaria y, por ende, menos racional y democrática; amén de estar nutrida por un gran analfabetismo político, cuya expresión sería el uso, con un significado muy equivocado, de conceptos como populismo, neoliberalismo, socialismo, etc.

Lamentablemente a ese tipo de cultura política contribuirían conductores de ciertos programas de “opinión” que, realizados sobre todo en medios nacionales, no hacen gala precisamente de objetividad y pluralismo (requisitos para una prensa libre e independiente, y por tanto democrática), sino que de manera abierta expresan su apoyo a ciertos candidatos y su animadversión a otros.

Ojalá algún día se pueda hacer realidad en Ecuador aquella máxima democrática de Voltaire: “No estoy de acuerdo con lo que tu dices, pero defenderé hasta la muerte tu derecho a decirlo”. (O)