Un Estado en crisis…                                                     

Hugo Darquea López

Si asumimos que el Estado es la expresión positivada de la sociedad jurídicamente organizada, encontramos que el Ecuador, es un Estado atravesado por la crisis continua. la irrupción del delito organizado, la corrupción y la sesgada distorsión conceptual desde el artículo 1 de la Constitución  al definir que el Ecuador es un estado de derechos,  en lugar de “ESTADO DE DERECHO”   lo que  consagra la incoherencia sistémica.    

En efecto el texto constitucional  vigente concibe al Estado en  el sentido de la pluralidad  de múltiples familias jurídicas,  y si bien  establece la supremacía constitucional en al ámbito de su territorio,  reconoce a la vez  la coexistencia  del Derecho occidental, positivista y liberal de  finalidades humanistas con los llamadas normas ancestrales con vigencia en la respectiva jurisdicción territorial, lo que es un absurdo mayúscula ya que tal como está estatuido produce la falencia sistémica del Estado, porque dentro de esos territorios, no rigen  las Leyes del Ecuador, sino las  peculiares de cada pueblo y nacionalidad.

Y, ¿cuáles son esas normas ancestrales? Las consuetudinarias o tradiciones indígenas que corresponderían a los Cañaris, Quitus,  Panzaleos, Wuaoranis…  y del Incario.   

En estos tiempos de conflicto, sus promotores insisten en la Pacha Mama y Pachacútec para la  reivindicación territorial del Tahuantinsuyo.

Entonces se explica la pretensión indígena de liberarse del “yugo occidental” Un despropósito,  pero allí están las asonadas de octubre 2019 y ahora junio- julio del 2022.

Los países andinos van por este mismo camino.  “Estallido” es su trasunto. NEFASTO PANORAMA.

La solución, insisto,  debe venir desde la concepción  coherente de una nueva Constitución con el necesario respeto a la legitimidad que otorga el Estado de Derecho. (O)

Un Estado en crisis…                                                     

 Hugo Darquea López

Si asumimos que el Estado es la expresión positivada de la sociedad jurídicamente organizada, encontramos que el Ecuador, es un Estado atravesado por la crisis continua. la irrupción del delito organizado, la corrupción y la sesgada distorsión conceptual desde el artículo 1 de la Constitución  al definir que el Ecuador es un estado de derechos,  en lugar de “ESTADO DE DERECHO”   lo que  consagra la incoherencia sistémica.    

En efecto el texto constitucional  vigente concibe al Estado en  el sentido de la pluralidad  de múltiples familias jurídicas,  y si bien  establece la supremacía constitucional en al ámbito de su territorio,  reconoce a la vez  la coexistencia  del Derecho occidental, positivista y liberal de  finalidades humanistas con los llamadas normas ancestrales con vigencia en la respectiva jurisdicción territorial, lo que es un absurdo mayúscula ya que tal como está estatuido produce la falencia sistémica del Estado, porque dentro de esos territorios, no rigen  las Leyes del Ecuador, sino las  peculiares de cada pueblo y nacionalidad.

Y, ¿cuáles son esas normas ancestrales? Las consuetudinarias o tradiciones indígenas que corresponderían a los Cañaris, Quitus,  Panzaleos, Wuaoranis…  y del Incario.   

En estos tiempos de conflicto, sus promotores insisten en la Pacha Mama y Pachacútec para la  reivindicación territorial del Tahuantinsuyo.

Entonces se explica la pretensión indígena de liberarse del “yugo occidental” Un despropósito,  pero allí están las asonadas de octubre 2019 y ahora junio- julio del 2022.

Los países andinos van por este mismo camino.  “Estallido” es su trasunto. NEFASTO PANORAMA.

La solución, insisto,  debe venir desde la concepción  coherente de una nueva Constitución con el necesario respeto a la legitimidad que otorga el Estado de Derecho. (O)