El 15 de octubre próximo, el país amañado por el rubor de la “democracia” que dice defender con sonrisa de escándalo Atamaint, se juega parte del destino de los próximos meses eligiendo presidente, porque la debacle seguirá en los otros poderes.
La Asamblea que actuará pronto, tiene una agenda oculta entre quienes han regresado y los nuevos por unirse para pulverizar al país. Ya los conocemos, y salvo honrosas excepciones, la foto a futuro será la misma que antes de la muerte cruzada. A los desestabilizadores se les huele a lo lejos por su anhelada lucha por cohesionarse invocando al pueblo como su escapulario. De entre ellos saldrá la agenda; no importa ni colores, ni sabores; los caudillos mandan, ponen nombres, cargos y estrategias.
En el Ecuador gobierna el poder Judicial desde hace rato. Solo es de revisar las acciones de jueces temerarios que han dispuesto la salida de las cárceles de integrantes de las bandas delictivas organizadas; políticos juzgados por corrupción, pero libres al poco tiempo aprovechando la levedad de las diarias decisiones judiciales. Ahora se detuvo la elección del Contralor a través de la manoseada acción de protección por un juececito de estos de zaguán en Samborondón. Cuatro de cinco miembros del Consejo de la Judicatura, incluido el guasón de su presidente, están siendo tachados por varios presuntos delitos, y su fetidez es perceptible desde lejos.
Mientras la Corte Constitucional (CC) criticada y controversial, ha demorado sin causa la destitución del combo azul del CPCCS; los comentarios en los pasillos de la sociedad crítica deducen que solamente se irá a la casa Alembert Vera y no el resto de los camaradas que con sus acciones pretendieron romper el blindaje de las decisiones de la CPCCS transitorio. Para muchos la CC es el último espacio de credibilidad del país, y el soporte de la institucionalidad pegada con babas en la cual se sostiene nuestro Ecuador. Ojalá antes que este artículo se publique me tapen la boca y la CC destituya en combo a estos adefesios.
De mañana en ocho días, la nación se juega la última carta para el cambio hacia una gestión pública de acción, de ideas nuevas, de decencia y visión para construir un país organizado que enfrente a la delincuencia, el narcotráfico y el terrorismo. Defender la dolarización es primordial; ha costado 23 años sostenerla de los embates y amenazas de los insensatos y teóricos de pacotilla que han expresado sus afanes de desdolarizar la economía y lo han dicho hasta en foros como el último de México en donde se encontraron los de la trinca contra la democracia, supuestamente adalides de la “izquierda progresista”.
La mayoría de los ecuatorianos votaremos por la sensatez. (O)