Aunque los primeros indicios datan de los años 30, un reciente estudio arqueológico confirmó la sospecha: la cultura prehispánica Jama-Coaque, desarrollada en la costa de Ecuador, mantuvo contactos marítimos directos con Colima, en el norte del Pacífico de México, mucho antes de la conquista española.
Atributos coincidentes en piezas de cerámica y en aplicaciones odontológicas en cráneos hallados en yacimientos arqueológicos en México y Ecuador configuran un estudio que ya no deja dudas sobre esa integración marítima producida entre los años 300 y 800 d.C., es decir, de 700 a 1.200 años antes de la conquista.
El estudio publicado por el Museo de Dumbarton Oaks, de Washington, corresponde a una investigación del arqueólogo estadounidense James Zeidler, quien ha efectuado excavaciones en varias partes de la cuenca del río Jama (Ecuador), y de su colega mexicano José Beltrán Medina, con hallazgos en la bahía de Manzanillo (México).
Integrados por el chocolate y el spondylus
Esta investigación explica incluso por qué en México los españoles se maravillaron con el «xocolatl» (chocolate en náhuatl), conocida como «la bebida de los dioses», domesticada hace 5.000 años en la región amazónica ecuatoriana y ampliamente difundida en el orbe azteca.
También por los primeros relatos de Indias, cuando los conquistadores describían enormes barcos de balsa y de vela que surcaban las rutas del Pacífico con gran cantidad de mercancías y gente.
Asimismo, el reconocimiento del valor y estatus que suponía en ambas culturas la posesión de conchas spondylus y strombus, así como el uso del barbiquejo, una prenda que sujeta la cabeza y la mandíbula de los navegantes y buceadores, representada en pequeñas figuras de arcilla halladas en yacimientos arqueológicos.
El asiento-platón, un taburete de cerámica decorado y macizo, y la compotera con base pedestal son otros de los hallazgos de una forma de moldear el barro que parece haber ido de Jama a Manzanillo.
Hoja de coca en el norte mexicano
No obstante, uno de los utensilios más comunes encontrados en Colima fue el coquero, una pequeña vasija para alojar cal, que al mezclarse con las hojas de coca extrae de mejor manera el alcaloide de la planta, tradicional y sagrada de las culturas andinas.
Este tipo de coquero fue ampliamente encontrado en la playa del Tesoro, en Manzanillo, lo que sugiere que el consumo de coca, una planta que no es nativa de México, pero que también fue muy extendida en ese territorio.
Posiblemente la hoja de coca fue introducida en México por balseros de Jama o de su vecina localidad de Salango, donde también se ha encontrado este tipo de cerámica, apuntó Zeidler en una entrevista.
Lo curioso, dijo el investigador, es que el hallazgo se localizó en el entorno de «enterramientos humanos «, lo que sugiere elementos culturales comunes entre las dos regiones.
Productos de prestigio
Este intercambio, según Zeidler, se puede explicar bajo el concepto de alteridad cultural, es decir, el interés por conseguir algo considerado extraño y de otras tierras, lo más lejanas posibles, para adquirir más prestigio.
«La alteridad es la fundación de autoridad», y por ello que en estos intercambios estén involucrados bienes considerados sagrados y poderosos como la concha spondylus y el propio cacao, que viajó desde Palanda (en la Amazonía ecuatoriana), donde se ha encontrado la edad más temprana del chocolate, hasta Mesoamérica.
Para Zeidler, el proyecto debe continuar con estudios genéticos más profundos que permitan determinar si existieron relaciones genómicas entre ambas culturas.
Para el coordinador cultural del proyecto, el ecuatoriano Patricio Tamariz, el estudio también representa una oportunidad para desarrollar el turismo arqueológico con sitios como Jama, donde la historia ha empezado a revelarse, y convertir a la costa central de Ecuador en un «destino internacional» por su estupenda riqueza histórica, natural y humana.
Justamente, el alcalde del municipio de Jama, Rober Castro, ha confirmado su interés por ampliar y modernizar el museo arqueológico de su ciudad, que alojará el descubrimiento de Zeidler, sobre todo la infinidad de figuras en cerámica que retrata a los antiguos marineros que llegaron a México.
A la búsqueda de la industria naval prehispánica
Tamariz incluso anunció el uso de tecnología láser (LiDAR) para escudriñar la vegetación toda la cuenca del río Jama, de inagotable recursos arqueológicos, donde ya Zeidler ha reportado 232 yacimientos y 110 montículos artificiales antiguos, en estudios auspiciados por el Instituto Nacional de Patrimonio Cultural (INPC) y con fondos de la Fundación Nacional de Ciencia de Estados Unidos.
«Todavía debemos ir a buscar los talleres donde se fabricaron las grandes embarcaciones de balsa» que permitieron este fluido intercambio y «comercio marítimo» entre regiones tan distantes, agregó Zeidler.
Gerardo Castro, director del Centro de Investigación «Hojas Jaboncillo» del INPC en la costera provincia de Manabí, recordó que «la marea cultural común al norte de Sudamérica», trabajada por historiadores ecuatorianos en el siglo pasado, retrata «una diáspora» que ha sido documentada con hallazgos arqueológicos.
«Estos aportes de contactos marítimos coinciden con nuestros esfuerzos científicos por conocer la herencia cultural de estos navegantes ecuatoriales«, remarcó Castro. EFE