Cuenca: fuentes que dan vida

En Cuenca, el agua no solo corre por sus cuatro ríos; también fluye en la identidad y el corazón de su gente. Sin embargo, pocos saben realmente de dónde proviene ese recurso vital que todos los días llega al grifo, a los cultivos y a las hidroeléctricas.

El biólogo José Cáceres, doctor en Ciencias Ambientales y miembro del Colegio de Biólogos de Cuenca, explica que el secreto de la abundancia hídrica de la ciudad está en sus montañas, páramos y bosques: ecosistemas que, silenciosamente, capturan, almacenan y regulan la vida.

“Cuenca depende completamente de los recursos de sus montañas. Los páramos y los bosques que la rodean son ecosistemas frágiles, pero esenciales. Funcionan como grandes esponjas naturales: atrapan el agua de la lluvia, la filtran y la liberan poco a poco. Esto forma los riachuelos que más adelante se convierten en ríos”, explica Cáceres.

El corazón del agua: los páramos y el Cajas

El Parque Nacional Cajas, joya natural del Azuay, es el punto de partida de dos de los ríos que atraviesan la ciudad: el Tomebamba y el Yanuncay.

“El Tomebamba nace en la zona noroccidental del Cajas, cerca de la laguna Toreadora. Recoge aguas de afluentes como el río Mazán o Culebrillas. El Yanuncay, en cambio, nace más al sur, entre las zonas de Soldados e Irquis, donde se concentra una enorme cantidad de páramos”, detalla el experto.

El Machángara, por su parte, surge en los páramos altos entre Azuay y Cañar, mientras que el Tarqui tiene sus nacientes en sectores del sur cuencano, también en Irquis.

A estos se suman otros ríos menos conocidos, como el Chaucha, que no cruzan la ciudad pero son vitales para las zonas rurales y para el equilibrio ambiental del territorio.

“En conjunto, estas cuencas son el sistema circulatorio de Cuenca. De ellas depende el agua potable, el riego agrícola, la generación hidroeléctrica y, en última instancia, el bienestar de la población”, afirma Cáceres.

Más allá de la biología o la geografía, el agua también tiene un valor simbólico. Para los cuencanos, hablar del caudal del Tomebamba o del color del Yanuncay es tan cotidiano como saludar a un vecino.

“Nuestros ríos son parte de la identidad. Todos comentamos si el río está seco o crecido; nos alegra verlo limpio y nos preocupa cuando no lo está. Esa conexión emocional también es cultura y patrimonio”, señala el biólogo.

Una llamada a la conciencia

Cáceres insiste en que cuidar el agua no es solo tarea de las instituciones, sino una responsabilidad colectiva. La deforestación, la expansión urbana descontrolada o la contaminación amenazan los ecosistemas que producen este recurso esencial.

“Si Cuenca pierde sus fuentes de agua, pierde salud, productividad y bienestar. La única manera de mantener la calidad de vida que tenemos es proteger nuestros páramos, nuestros bosques y nuestros ríos”, enfatiza.

El científico recuerda que el 70 al 80 % de las enfermedades humanas están relacionadas con el agua. Esto se debe a su falta o a su mala calidad. Por eso, cuidar los ecosistemas que la generan es, en última instancia, cuidar la salud de la ciudad.

El cuidado de las fuentes

Las fuentes de agua de Cuenca son un tesoro natural que requiere cuidado y planificación. Según el ingeniero hidráulico Felipe Cisneros, la ciudad cuenta con cuatro ríos principales —Tarqui, Yanuncay, Machángara y Tomebamba—. Aunque bendecidos por la naturaleza, por sí solos no bastan para abastecer a la creciente población.

Cisneros señala que la ciudad posee más de mil lagunas que podrían servir como reservas, pero muchas permanecen sin aprovechar. Esto se debe a regulaciones ambientales o falta de proyectos ejecutables.

“El futuro del agua en Cuenca está asegurado si se planifica correctamente. Hay que construir represas, explorar reservas subterráneas y manejar de manera sostenible los ríos y lagunas”, afirma.

El profesional enfatiza que la preservación de estas fuentes no solo asegura agua para consumo. También protege la ciudad frente a eventos extremos, como sequías históricas que ya marcaron la historia local.

En sus palabras, cuidar el recurso hídrico es también una responsabilidad política, financiera y comunitaria. Requiere visión de largo plazo para que las generaciones futuras puedan seguir disfrutando de la riqueza natural que hace única a Cuenca.

Ismael Alvarado

Ismael Alvarado

Licenciado en Ciencias de la Información y Comunicación Social con experiencia en coberturas deportivas de todas las disciplinas a nivel nacional. Producción y contenido para medios digitales.
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