Despenalización

Marco Carrión Calderón

El aborto no puede ser considerado tema de moral sino como uno de salud, como un tema social y no religioso, como un asunto que involucra a personas de toda creencia, comenzando por ateos y agnósticos.

En el Ecuador es muy grave el problema del embarazo en la niñez y en la adolescencia, pero, por desgracia, poco o nada se hace para solucionarlo. Quienes están en contra del aborto, muchas veces son quienes llevan o envían a sus amantes o victimas para someterse al procedimiento que dicen detestar, y a veces para sea realizado en malas condiciones de higiene y salubridad. En contra del aborto están, muchas veces, los que abusan de niños y adolescentes de ambos sexos cuando creen que no serán descubiertos.

Es fácil pontificar sobre el derecho a la vida y no hacer absolutamente nada por las niñas víctimas de violaciones o de su desconocimiento del sexo, dejarles que pierdan gran parte de su vida sin estudiar, sin poder luego trabajar o formar un hogar porque el INRI de madres solteras es un tremendo obstáculo para hacerlo. Un alto número no tienen el dinero necesario para alimentar o vestir al nuevo ser que lo tuvieron de manera inconsciente e involuntaria han traído mientras los “moralistas” se despreocupan del problema.

Nada hacen para controlar el abuso sexual de adolescentes en las arquidiócesis del mundo entero, sabiendo que, cuando son mujeres, corren el riesgo de quedar embarazadas. Se oponen además a la educación sexual y a todo lo que signifique prevención del embarazo adolescente.

¿Por qué razón las personas que tienen una religión se consideran con derecho para pretender que todo el mundo, así sea que no pertenezcan a ella, deben cumplir sus dictámenes sobre tal o cual asunto, en este caso sobre embarazos no deseados? ¿O para ejercer una gran presión sobre legisladores o gobernantes aún en Estados Laicos? (O)